martes, 12 de julio de 2011

Los embajadores (a.k.a los amigos para toda la vida)



Hay personas, lugares y momentos que uno siempre recordará de la forma que ha decidido recordar. No importa que no hayan sido perfectos o que no los hayamos conocido lo suficiente; para nosotros siempre serán inmejorables. Y así quedarán en nuestras memorias: como algo hermoso que hemos conocido, algo único de lo que hemos sido parte, algo trascendente que contaremos con satisfacción y nostalgia cuando seamos viejos.

Para mí, el III Fórum de Jóvenes Embajadores de la Francofonía de las Américas (aplauso, aplauso, aplauso) es uno de esos eventos, junto a la gente que conocí ahí, que he decidido inmortalizar en mi memoria como algo bueno y perfecto. Y no es para menos.

He de confesar que al inicio no pude prestar mucha atención a lo que pasaba a mi alrededor. El romper la maldición, montar en avión y caer de golpe y porrazo en una sociedad de consumo a la que los cubanos no estamos habituados, todo en menos de medio día, habían hecho de mí un zombie para cuando llegué a la residencia del Colegio Ahuntsic en Montreal para conocer a mis 47 compañeros, escogidos de las cuatro esquinas de América para agruparse alrededor de un tema en común: la lengua francesa. Todos jugaban y reían. Yo, como siempre, llegué tarde (pero porque mi avión era el último en llegar ese día, así que estaba justificado). Así que cuando los vi no fueron mucho más que una masa de jóvenes común y corriente. Estaban todos tan relajados y yo tan histérico que tuve que salir esa misma noche, tan solo dos horas después de mi llegada, a ver a un grupo de amigos cubanos, quienes obviamente serían los únicos en entender la impresión de este pobre habanero acabado de llegar a esta vorágine primermundista.

Pero a medida que los días fueron pasando me fui involucrando cada vez más y mi siempre inquieta personalidad se les fue revelando a mis compañeros. Era la tercera vez que se celebraba este tipo de eventos, y la primera en la hermosa ciudad de Montreal. La capacidad para formar líderes que pudieran hacer prevalecer la francofonía en sus comunidades era el objetivo primero del curso, para lo cual se organizaron innumerables conferencias, talleres, actividades y programas.

Al segundo día nos dijeron que debíamos aplaudir tres veces cada vez que alguien dijera las palabras “Francofonía de las Américas”. Si eso no pasaba al menos 70 veces al día, pues no pasaba. Creo que todos salimos con un chip integrado en nuestros cerebros para toda la vida y cada vez que oigamos esas palabras juntas debemos aplaudir. Probemos: “Francofonía de las Américas”. Imposible, tuve que aplaudir, aún cuando lo estoy escribiendo. Nos volvieron máquinas.

Y nos fuimos conociendo. Y las caras se nos hicieron familiares, los nombres se nos fueron pegando, las personalidades se nos fueron metiendo en el corazón y a los tres o cuatro días de andar para arriba y para abajo todos juntos, ya sentíamos que nos conocíamos de toda la vida. Por supuesto, no todo el mundo es igual y a veces hay algún que otro problema, pero ya dije que en mi cabeza he decidido que todo sea perfecto, y así lo será. Porque en realidad las cosas realmente perfectas, como diría un amigo, no solo son imposibles, sino además aburridas.

Los había de todo tipo y de todas partes: desde Argentina hasta las Tierras del Norte de Canadá, los que eran francófonos por lengua materna y los que lo éramos por vocación, los que sabían mucho francés y los que todavía estaban empezando. Al conocernos y plantear nuestras realidades particulares, descubrimos que el mundo de la francofonía es mucho más complejo de lo que se puede pensar en un inicio. No solo estamos todos supeditados a París, sino que en algunas partes (como es el caso de Canadá) puede ser complicado y hasta peligroso el hablar francés, debido la supremacía que tiene el inglés por estas tierras. En otros, como en el caso de Cuba, a pesar de que se avanza, la presencia del francés es poca y no se estudia masivamente en las escuelas, como sí es el caso del inglés.

Si piensan que todo fue conferencia se equivocan. Había muchas actividades que incluían el baile, la gozadera, la gritadera y las correderas a deshora por Montreal. Y lo mejor de todo es que eran parte del programa. Gozadera en el programa: prometo imponer eso en mis clases. Así nos fuimos a conciertos, discotecas, restaurantes y hasta a pequeñas fiestas privadas. A veces íbamos en pequeños grupos y a veces íbamos todos, como el día de la nacionalidad quebequense, en que nos vestimos y gritamos como si hubiésemos nacido todos en la región. Y estuvo, por supuesto, la visita al Monte Real, alrededor del cual se erige la ciudad, y donde tuvimos que tirarnos la foto colectiva con una china loca con bandera incluida que no paraba de cantar y bailar y que se puso en la foto como si ella también fuese joven, embajadora o americana.

Como no había tiempo de dormir, el café se convirtió en nuestro aliado. Y como para colmo rematábamos con fiestas en las habitaciones a altas horas de la madrugada (en Montreal amanece a las 4:45 am) éramos unos zombies al día siguiente. Pero si el debate estaba bueno, nos dejábamos llevar y nadie se acordaba que no habíamos dormido. Hasta que nos quedábamos dormidos a la hora del almuerzo con este delante.

Y llegaron los últimos días. Y ya uno se iba dando cuenta que nos íbamos a extrañar como Morgan Freeman a Tim Robbins en aquella famosa película (si piensan que no me acuerdo del nombre, se equivocan). Pero no hablábamos de eso, porque era perder tiempo en el que podíamos seguir conociéndonos. Y ya en el último día nos nombraron simbólicamente embajadores y cada uno debió decir qué valores y virtudes personales utilizaría para hacer crecer la francofonía en su región. Este humilde bloguero (curiosamente el último de los 48 en leer su discurso) aportó su amor por las lenguas extranjeras, su carisma y su capacidad para acercarse a las personas sin importar su proveniencia. Y mi blog. No lo dije en ese momento, pero lo digo ahora: a partir de este momento este es un blog comprometido con la francofonía. Y después de cada discurso poníamos una vela encendida en el mapa, justo encima de nuestro país, hasta que toda América estuvo encendida con nuestra luz.

Y después las colectas de dinero para la biblioteca del haitiano y para la norteamericana embarazada que perdió su dinero a la llegada al fórum. Y todo el mundo llorando. Después un reconocimiento especial para el niño que nacerá siendo futuro embajador de la francofonía. Más lloradera. Después de las lágrimas, pequeñas representaciones teatrales de todos nosotros, donde, por supuesto, el bloguero supo destacarse como lo ameritaba la ocasión. Es bueno saber que puedo hacer reír en numerosos idiomas. Y después, más fiesta. La última.

No hay palabras para describir el trabajo de los organizadores. No solo nos invitaron a Canadá y lograron que nos dieran las visas (algunos veníamos de países complicados) sino que nos resolvían hasta el menor de nuestros problemas. Y encima nos daban las gracias por estar ahí. Gracias a ellos. Miles de gracias.

Antes de irnos, nos dieron un cuaderno a cada uno con un espacio en blanco para que los otros 47 escribieran algo de nosotros al lado de su foto. Yo no he podido leer el mío porque cada vez que empiezo se me aguan los ojos. Lo juro. Ahora cuando escribo esto los tengo aguados, incluso. Ese Fórum me ha hecho un debilucho.

Después fueron llegando los taxis y las despedidas. Cada vez que veía irse a uno, se me alojaba algo en el corazón que, aunque no lo crean, me cuesta describir. Así, poco a poco, se fueron casi todos esa misma noche. Al día siguiente todavía quedábamos algunos de los latinos con pasajes más complicados. Y después solo quedamos Pepito, Livia y yo. Y después se fue Pepito. Y después Livia. Y así me quedé yo, como Morgan Freeman extrañando a muchos Tim Robbins. Esta ciudad sin nuestras griterías en el metro no es la misma. No lo es. Y entonces me di cuenta que la maldición, la sociedad de consumo, la pacotilla, todo, fue relegado por 10 días a un segundo plano para ceder su lugar a la francofonía, a los encuentros de culturas, a los amigos.

Como me afeité el bigote a mitad de Fórum y me veo (aún) más joven, me gusta pensar que soy más joven ahora que hace diez días. Y es que lo soy. Soy más joven y a la vez más experimentado. ¿Cómo se logran esas dos cosas a la vez? Pues en un evento como este, de los que no hay dos en esta vida.

Prometimos vernos de nuevo. Y quizás algunos de nosotros lo hagamos. Ojalá. Pero nunca más estaremos todos juntos. Esto es algo que no se repetirá, porque 10 días como esos solo se nos conceden una sola vez. Pero no importa, además de nuestros recuerdos y nuestros correos electrónicos, siempre tendremos la foto en el Monte Real. Y allí, rodeando a la china loca de la bandera, estaremos siempre juntos, sonriendo y perfectos: los jóvenes embajadores de la Francofonía de las Américas (aplauso, aplauso, aplauso).


7 comentarios:

Anónimo dijo...

Raul. Permiteme decirte que has heredado de tu tierra una gran pasion para decir las cosas con palabras, pero mas que decir, hacer, como bien lo decia Austin en su libro "How to do things with words".

Admirable esta vision que tienes del Foro y la manera tan evidente en que presentas esos dias dias vividos por nosotros todos de manera excepcional, tal como tu lo dices, no hay algo que se pueda comparar a tan immensa oportunidad que nos dio la vida.

Amigo Cubano,, gracias por tus letras.
Juan Carlos, Colombia.

Wesly dijo...

Merci beaucoup de ta participation et surtout de ta contribution et des partages que tu as apporté au Forum des jeunes ambassadeurs de la francophonie des Amériques (Clap Clap Clap) :-) WB

Anónimo dijo...

heeyyyy et moi ????
de la même façon je t'aime bcp!!!
t'amie Berny

Anónimo dijo...

Raul! me gustan tus apreciaciones sobre el foro! en verdad fue una gran experiencia la que se nos ha dado! y lo mas importante es que se nos ha permitido descubrir otros mundos, otras visiones, otros amigos!. Como conversabamos la ultima noche con Livia y Denis, ya no somos los mismos de antes, algo en verdad ha cambiado dentro de nosotros y para el bien de todos :) la llama de la francophonie des ameriques (clap, clap, clap) se mantendra encendida siempre en nuestros corazones!

Sandra, Ecuador

Rene dijo...

Wow ! neta ( jerga mexicana para decir ``verdad``) me movio tu retrospectiva acerca del forum ! El mundo necesita optimistas còmo tù hermano ! =)

Rene aka Pepito

Anónimo dijo...

soy salvadoreño y francófono, mis felicitaciones por este articulo. yo espero estar algún día en el foro también =) Rafael Rivas

Anónimo dijo...

Que lindo pensar que un viaje a un pais tan interesante te haya dado la oportunidad de aprender tanto y conocer a tantas pensonas de diferentes nacionalidades y que te queden tan grabadas en tu mente y en tu corazón, te felicito por tu blog esta super chévere!
Soy salvadoreña y estoy aprendiendo francés.


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