Los antiguos Romanos eran un pueblo conocido, entre otras cosas, por su
temperamento trágico y paranoico. Al mismo tiempo, su amor por los mitos, heredado de los Griegos, era
tal, que no podemos imaginarnos a los Romanos sin pensar en la mitología.
Gracias a ella explicaban fenómenos naturales, teorizaban diferencias raciales
y justificaban guerras de conquista. Esta mezcla particular de mitos,
supersticiones, tragedias y paranoia llevó a la formación de un pueblo, al que
se le podrá acusar de muchas cosas, menos de aburrido. Las complicadas
personalidades de hombres como Julio César, Nerón o Calígula no fueron producto
de la casualidad, sino de una paranoia cultivada a nivel social, la cual unida
a una mitología y superstición intensas, llegaron a ser incluso una de las
causas de la caída del poderosísimo Imperio Romano.
Pues bien, en términos de mitos y paranoias, de miedos y leyendas, los
herederos modernos de los antiguos Romanos no son precisamente, como podría
pensarse en un inicio, los italianos; sino otro pueblo latino, igual de
mistificador, supersticioso y paranoide: el cubano.
El cubano es de sangre caliente, de miedos infundados, ególatra por
excelencia y amante nato de regar noticias sin fundamento. Que no se vea en
estas letras una crítica; simplemente nos limitamos a definir la mística del
cubano con la misma neutralidad con que se evalúa desde la perspectiva moderna
a hombres como Nerón. Pura antropología.
El cubano está lleno de mitos y miedos que la vida se encarga de
contradecir, pero que él sigue repitiendo sin dudar: “Si la cabeza de la
culebrilla se une con la cola, ahí mismo caes muerto”. No te da tiempo ni a
llegar al policlínico más cercano, ahí mismo caes muerto. “Y a la vuelta no sé
más cual a la ceiba, te sale el güije”. Imagínense el trabajo que tienen los
pobres güijes en este pueblo brujero y amante de las ceibas. Nada escapa al
mito del cubano, quien, cual oráculo, insiste una y otra vez que en el chequeo
médico del Servicio Militar, a los varones les hacen cosas innombrables para
comprobar su virilidad. El cubano sabe también adaptar sus mitos y paranoias a
las nuevas tecnologías y a los tiempos que corren: “Si te cortan el teléfono 3
veces, te lo cortan por 6 meses, y si te lo vuelven a cortar una vez después de
eso, es para siempre”. “Si le pones una línea sin desbloquear al celular, el
aparato se rompe para siempre y hasta puede que explote”. El cubano está en la
primera línea mundial en lo que a mitos se refiere.
El cubano no tiene ninguna pena en gritar
a los cuatro vientos las cosas que alguien le dijo, quitándose parte de
la responsabilidad al comenzar sus frases con “dicen que”. “Dicen que van a
quitar la libreta”, “Dicen que Beyoncé se puso blanca igual que Michael
Jackson”, “Dicen que ya podemos viajar”. “Dicen que, dicen que, dicen que…”
Siempre me he preguntado quién es el que “dice” originalmente, pero eso no
parece preocupar al cubano, quien encuentra un alter ego perfecto en esta
persona imaginaria. Virgilio hubiese encontrado esto fascinante.
La paranoia del cubano es fácilmente apreciable en una guagua que, cual
Coliseo, refleja a la perfección nuestros miedos y pánicos. La primera persona
de la cola nunca se sienta en los bancos de la parada; se ve en la necesidad de
estar de pie todo el tiempo, indicándole al resto de los mortales su jerarquía.
Al distinguir la guagua en la distancia, no importa que haya mil personas en la
parada o tres, un pavor se apodera del cubano, quien, cual Espartaco,
desarrolla toda una cadena de acciones bélicas con el objetivo de montarse a la
carroza. En caso de que esta, al contemplar la legión que lo espera, no pare,
el cubano emite alaridos similares a los escuchados durante la quema de Roma.
Si traumático resulta el subirse a una guagua, el bajarse no lo es menos. Desde
seis paradas antes, el cubano empieza a avisar a toda la guagua que él se queda
en la parada de la Ceguera, con un tono, no solo informativo, sino además
amenazante. Cuando el momento del descenso se va aproximando, el cubano, cada
vez más desesperado, comienza un cántico ritual de “¿Usted se queda?” y “Yo me
quedo” que Júpiter consideraría halagador. Si al bajarse de la guagua, uno de
los pasajeros se detiene por tan solo un segundo, producto de un pie virado o
una cartera trabada, la plebeya muchedumbre que lo sigue comienza a gritar
desaforada, provocando la mayoría de las veces escenas de histeria solo descritas
anteriormente en la Eneida.
El cubano no habla por teléfono acerca de temas peliagudos ni aunque le
vaya la vida en ello. Porque sabe que lo están escuchando. A él precisamente.
Si tiene un teléfono inalámbrico es aún peor, porque los vecinos pueden
sintonizar su conversación a través de la radio. Ahí, justo en ese pequeño
espacio entre Radio Reloj y Radio Rebelde: la vida privada del vecino del
apartamento 36. El cubano sabe que la CIA tiene un expediente de él y que es
vigilado. Lucas y ciertos videos de actividades delictivas en el Malecón lo
ayudan a confirmar su teoría conspirativa, émula de los senadores que hicieron
asesinar a Julio César en aquella legendaria escalinata.
Al igual que los Romanos importaron la mitad de sus mitos de Grecia, los
cubanos trajimos la mitad de los nuestros de África. El cubano es incapaz de
abrir una botella de ron sin dejar caer un poco al piso. “Pa’ los santos.” No
hacen lo mismo con la cerveza, pues parece que nuestras deidades no son
fanáticas de la Bucanero. Tenemos nuestros propios Neptunos y Vulcanos, y nos
cuidamos de hacer cosas que podrían molestarlos.
El cubano sabe que todo lo que pasa en el mundo gira en torno a él. No solo
descubrimos la vacuna contra la fiebre amarilla, sino que todo en este mundo
tiene algo que ver con nosotros. No lo sorprende que la mujer que acusó al
director de Wikileaks de escándalo sexual sea cubana y sabe secretamente, lo
que no lo dice, que el 11 de septiembre tiene algo que ver con él. Sabe que
Osama vivió un tiempo en Ciego de Ávila y que Obama es fanático de los Van Van.
Sabe que el Papa no se para en su balcón sin pensar en nosotros y que el mejor
chocolate es el cubano, al igual que el helado y el tabaco. Asegura que Björk
fue vista en Obispo (con su vestido de cisne) y se siente orgulloso de que
Madonna, Sarita Montiel y Ricky Martin hayan tenido esposos cubanos. La
egolatría de Calígula no era nada comparada al lado de la del cubano.
Una amiga, cual noble patricia, me decía el otro día que no se bañaría en
el primer aguacero de mayo porque la radioactividad de Japón podría causarle
algún daño. Esto lo decía mientras prendía un cigarro, pero los efectos de la
nicotina en sus pulmones no parecían preocuparla tanto como lo que pasaba al
otro lado del mundo. Así es el cubano, amante de sus mitos. Quizás todos los
caminos sí conduzcan a Roma, después de todo. Y es que la sociedad cubana es
tan compleja y difícil de explicar a los que no la conocen, que el cubano, cual
Romano antiguo, ha tenido que armarse de mitos, leyendas y miedos para arrojar
un poco de luz sobre la civilización en la que vive y, a su manera, ser feliz.
Coronas de laureles entonces para el cubano: ese ser que, a fuerza de
originalidad, es desde ya él también, cual poderosa hidra o luchador
excepcional, un ser mitológico.
17 comentarios:
Dicen que el que comenta un post en la posicion numero 13 no vivira las 24 horas siguientes! Jejejejeje menos mal que soy el primero para decirte que como todo lo que escribes, este tambien me ha encantado!
Gracias, me encanto! Abrazo!
No se si tengo algo de mitológico entre el congo y el carabalí, pero muchos de esos mitos me recordaron algo...
Me he reído hasta las lágrimas. ¡Maravilloso lo de la lluvia radiactiva!
jajaja esa es mi Cuba...
Leí que un arquitecto cubano fue quien dirigió las obras de construcción de la Torre Eiffel y desde entonces me siento orgulloso por la torre. Pablo de la Torriente Brau tiene una narración en "Aventuras del Soldado Desconocido Cubano" en la que explica porqué la Primera Guerra Mundial se ganó gracias a Cuba, que al apoyar al bando vencedor, los suministraba de azúcar, lo que permitía que pudieran endulzar el café y así mantener ejércitos completos despiertos y atentos a las maniobras del enemigo que, al no tener café, veía como la soldadesca se le dormía y perdía la iniciativa. Puedes tener razón: el mundo gira y todo dentro de él, la gente cambia y...no, creo que esto no pega. En fin, el mar....
A mí lo que me dijeron es que si le dabas a las doce de la noche, doce vueltas a una ceiba (e imagino que si no te mareaste para entonces), alguien te abofeteaba y no sabías quien era. Eso me parece que si lo hubiera usado Alejo Carpentier le hubiera sacado filo.
Una versión bien moderna de nuestra manía de creernos el ombligo del mundo!
Bien escrito Rey!, ve a por más!
Creo que en algún momento escribirás sobre los Industriales!
Besos
Muy bueno. Pero no solo los cubanos opinan asi de los cubanos, aqui les va lo que Fernando Ravsberg de la BBC publicó hace algunos meses. Fernando no es cubano, aunque este aplatanado.
http://www.bbc.co.uk/blogs/mundo/cartas_desde_cuba/2011/02/no_es_para_menos.html
Saludos
Superrrrrr!!!
Finalmente!!! Ya tengo todos los posts. Gracias por recordarme que estás cuando ya te creo lejos. Gestos como el de ayer me hacen adorarte. Sabes que también fui alumna de Snape (aunque no me tocó ser Hermione) y no pocas veces te lo mencioné. Snape domina el ejercicio de la traducción pero no sabe dejar los formalismos para sentarse en el malecón con sus alumnos.
Merci!!!
Como hoy no es martes 13 ni tengo elefantes de adorno ni estoy pasando debajo de un cartel puedo emitir un sonoro alarido como buena cubana que soy:TE LA COMISTE!!!
hilarante! si no me botan del trabajo con mis carcajadas devenidas en lágrimas, pues no me botan por nada! Oh dios!
esa parte de la guagua fue GENIAL!
los cubanos somos tan increíbles! y te lo digo porque hace 3 años vivo en USA y aquí he tenido contacto con muchos latinos pero qué va! como nosotros ninguno! el cubano es inteligente, rápido con la mente, inventor, jodedor, chistoso... a todo lo vemos la parte graciosa y positiva como mismo a todo le vemos lo malo pues para criticar llama a un cubano! somos escandalozos, embelequeros, podemos ser las personas más educadas y cultas del mundo y de pronto tirarnos pa´l solar y armar un titingó en una cuarta de tierra, jajaja!
adoro ser cubana y no cambio por nada los 20 años que estuve en mi tierra (cada cuál tiene sus motivos para emigrar) y ardo en deseos de cubanizarme un poquito más en cuanto pueda visitar mi hogar, dulce hogar.
Pues en eso de que al Cubano, nadie le gana en lo de ser egolatra, es verdad.......Como también que creen que el mundo gira a su alrededor y que todo lo malo que pasa es porq les quieren hacer daño a los cubanos.....Felicidades has descrito al cubano tal cual es
EL MAS INTELIGENTE DE MIS CONOCIDOS(RAUL REYES)Y K LLOREN LAS DEMAS
Para los "no-cubanos" es muy fuerte. ¡Arriba!
Ahora sí va un comentario un poquito más en serio ;)
Todos los colectivos humanos —hasta los más pequeños— cultivan sus mitos, leyendas, supersticiones y, también, sus paranoias. Estas últimas refuerzan la identidad grupal por la negativa. Los uruguayos, por ejemplo, hemos cultivado varios mitos de nosotros mismos: que somos cultos, educados y europeos. Tal vez lo hayamos sido en el pasado, pero la verdad verdadera es que registramos los peores índices educativos de la región y vamos en caída libre, pero nos seguimos creyendo los suizos del sur. Tenemos paranoias: aversión al riesgo y desconfianza del éxito, que habla de nuestra pereza (infinita), falta de contracción al trabajo y una mezquindad deplorable. Así que no te preocupes: todos tenemos nuestros fantasmas y nuestras miserias, tanto los individuos como los colectivos. Por cierto, es muy divertido que alguien analice esos fantasmas y miserias desde una óptica crítica pero con humor, como haces tú. Si algún día tienes ganas de divertirte a costa nuestra, te recomiendo enfáticamente que consigas este libro, escrito a principios del siglo XX: http://www.prisaediciones.com/uy/libro/tratado-de-la-imbecilidad-del-pais-por-el-sistema-herbert-spencer/
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